En los últimos años, la industria publicitaria ha experimentado una transformación radical en cuanto a las expectativas laborales. Antes, las empresas buscaban especialistas con habilidades concretas en áreas específicas, lo que garantizaba un nivel de experticia elevado en cada disciplina. Sin embargo, hoy en día se observa una creciente tendencia a contratar profesionales que no solo dominen una especialidad, sino que también puedan asumir responsabilidades en múltiples áreas. Este fenómeno ha generado profundas consecuencias para los trabajadores y la calidad del trabajo, con salarios que muchas veces no reflejan la carga laboral ni la amplitud de conocimientos exigida.
En un contexto donde las empresas buscan eficiencia y reducción de costos, la figura del profesional especializado ha ido quedando relegada. Se espera que un diseñador gráfico no solo domine herramientas visuales, sino que también sepa manejar campañas publicitarias, crear contenido para redes sociales, hacer fotografía profesional, gestionar comunidades online y, en algunos casos, incluso programar páginas web o manejar estrategias de marketing digital.
Este cambio en las expectativas laborales ha reducido la demanda de expertos en áreas específicas, lo que afecta directamente la calidad del trabajo producido. Mientras que antes un equipo multidisciplinario colaboraba para lograr un resultado integral y coherente, hoy en día se deposita la responsabilidad en una sola persona, que debe cumplir con múltiples roles. El resultado suele ser trabajos apresurados y con menor profundidad, dado que es prácticamente imposible para un profesional abarcar todas estas áreas al mismo nivel de excelencia.
En este contexto, surge una pregunta clave para los profesionales de la industria publicitaria: ¿vale la pena invertir tiempo y dinero en un posgrado cuando las empresas parecen priorizar la versatilidad sobre la especialización? Mientras que antes un título de posgrado garantizaba una ventaja competitiva y un mayor nivel de expertise, hoy en día muchos se cuestionan si no sería más conveniente realizar una serie de cursos o diplomados en diversas áreas—como diseño, marketing digital, fotografía y redes sociales—para alinearse mejor con las exigencias del mercado laboral actual. Esta disyuntiva plantea un dilema: ¿deberían los profesionales enfocarse en profundizar en una disciplina, o adoptar un enfoque más generalista que, aunque menos profundo, les permita abarcar más áreas y ser más «empleables» en el entorno publicitario contemporáneo?
La expectativa de ser un «todólogo» no solo afecta la calidad del trabajo, sino que también tiene un impacto considerable en la salud mental y física de los trabajadores. La sobrecarga laboral es una de las principales consecuencias de esta tendencia. Los profesionales de la industria publicitaria enfrentan jornadas extensas, con la presión de cumplir objetivos en áreas que no necesariamente dominan a profundidad. Esto genera una sensación constante de agotamiento, conocida como burnout, que afecta la productividad y puede llevar a la desmotivación e, incluso, al abandono de la carrera.
Además, la falta de especialización también provoca que los profesionales no puedan profundizar en una disciplina y avanzar en su desarrollo profesional. El miedo a quedarse atrás en el mercado laboral, o a ser reemplazado por alguien que acepte la oferta multitarea, impulsa a muchos trabajadores a aceptar condiciones desfavorables y a dedicar más tiempo del necesario para cumplir con las exigencias, lo cual erosiona el equilibrio entre la vida personal y laboral.
A pesar de que las empresas esperan que los profesionales sean capaces de cumplir con múltiples funciones, la remuneración no está alineada con estas expectativas. El problema de los sueldos irrisorios es una constante en la industria publicitaria, donde a menudo se paga lo mismo, o incluso menos, por tareas que antes se distribuían entre varios especialistas.
El argumento de muchas empresas para justificar estos salarios bajos es que los profesionales están ganando «experiencia» en múltiples áreas, lo cual aumentará su competitividad en el mercado. Sin embargo, esta promesa rara vez se traduce en una mejora significativa de las condiciones laborales. Los profesionales terminan siendo generalistas sin el nivel de especialización necesario para destacarse, lo que a largo plazo afecta su trayectoria laboral y les dificulta negociar salarios más altos o acceder a mejores oportunidades.
En muchos casos, estos profesionales también se ven obligados a buscar ingresos adicionales mediante trabajos freelance o emprendimientos paralelos, lo que agrava aún más su carga laboral y los pone en una situación de inestabilidad económica.
Otra consecuencia preocupante de esta tendencia es la homogeneización del talento. En lugar de fomentar la diversidad de habilidades y enfoques que un equipo multidisciplinario puede ofrecer, la industria está impulsando un perfil de profesional genérico que no se especializa en nada, pero debe saber un poco de todo. Esto no solo afecta la calidad del trabajo, sino que también limita la innovación y la creatividad dentro de la industria.
El valor de la publicidad, el diseño y la comunicación radica en la capacidad de generar ideas únicas y ejecutar estrategias con un alto nivel de precisión. Al pedir a un solo profesional que se encargue de todo, las empresas están diluyendo el potencial creativo que caracteriza a la industria. Esto no solo repercute en los profesionales, sino también en los resultados de las campañas, que pueden carecer de la sofisticación necesaria para captar la atención de un público cada vez más exigente.
¿Hacia Dónde Debería Ir la Industria?
Es crucial que la industria publicitaria en Colombia reevalúe esta tendencia de sobrecargar a sus trabajadores con múltiples funciones sin ofrecer la compensación justa ni el reconocimiento adecuado. Las empresas deben ser conscientes de que, aunque inicialmente esta práctica puede parecer una solución para reducir costos, a largo plazo puede afectar su capacidad de generar resultados efectivos y su reputación en el mercado.
Para abordar esta problemática, es necesario que las empresas inviertan en la contratación de equipos multidisciplinarios donde cada profesional pueda enfocarse en su área de especialización, contribuyendo de manera significativa al éxito de las campañas. Asimismo, es fundamental que se revalúen los salarios y condiciones laborales, reconociendo el verdadero valor del trabajo que realizan estos profesionales.
Por último, los trabajadores deben estar en una posición que les permita negociar mejores condiciones laborales y rechazar ofertas que no correspondan con el nivel de exigencia requerido. Las asociaciones gremiales, como ADGORA Asociación Colombiana de la Industria Publicitaria, juegan un papel clave en este sentido, promoviendo políticas que protejan a los profesionales del sector y fomenten el desarrollo de una industria más equitativa y sostenible.